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La toxina botulínica, conocida habitualmente como bótox, es una sustancia química que «actúa sobre las células musculares y bloquea su actividad, paralizando el músculo». El bótox es una molécula presente en la naturaleza, producida por una bacteria: clostridium botulinum. Esta bacteria causa el botulismo, que se caracteriza precisamente por la parálisis muscular.

En el campo de la medicina estética se utiliza la toxina botulínica para evitar que ciertos músculos se contraigan, lo que bloquea o minimiza su capacidad de movimiento. Modula así también los movimientos de la piel, y evita la formación de arrugas de expresión.

La toxina botulínica o botox es utilizado básicamente para el tratamiento de arrugas de expresión en el tercio superior de la cara: (frente, entrecejo, bunny lines y patas de gallo)

El paciente puede seguir expresándose con naturalidad pero de forma menos intensa y forzada, con lo que prevendrá que la piel se arrugue. El bótox hará que las arrugas de expresión no vayan a más y se suavicen poco a poco, ya que el paciente tendrá una expresión más relajada.

Es a partir del tercer o cuarto día desde su aplicación cuando la toxina botulínica empieza a hacer efecto y perderá su efecto con el paso del tiempo, como sucede con cualquier sustancia biológica. Cuatro meses después de aplicarla, la toxina botulínica o bótox empezará a perder efecto, y a los 6 meses ya será prácticamente inexistente.

La toxina botulínica no da volumen. Muchos pacientes se confunden y, aunque quieren aplicarse la toxina botulínica, dicen que no quieren verse la cara hinchada. No debe confundirse la toxina botulínica con el ácido hialurónico. La toxina botulínica nunca hincha la cara, sino que como ya hemos dicho, actúa sobre el músculo impidiendo su contracción.

Sea de la marca que sea la toxina botulínica puede durar entre 3 a 6 meses, todo dependerá de varios factores en el paciente, sin embargo, no puedes retocarte antes de los cuatro meses.